domingo, 7 de septiembre de 2008

Baile de diablos

Demasiado abrigado para la época del año, te cubres la cabeza y la cara con pañuelos e impaciencia mientras se acerca la hora. En un momento dado, empiezan a sonar los tambores y se encienden las primeras bengalas. Tras observar unos instantes y tomar aire, corres hacia ellas y empieza el recorrido.
A ratos eres perseguido por el fuego y escapas enmedio de la semicontenida histeria colectiva, a ratos eres tú mismo el que va a buscarlo y te agarras junto con otros a las faldas de un diablo que hace danzar su mástil llameante, en una especie de episodio de catarsis conjunta. Te adelantas con un grupo de corredores y pides agua a la gente que mira desde sus balcones. Cuesta mucho de conseguir, pero finalmente algún cubo cae encima tuyo.
Estás sin aliento de correr y berrear mientras saltas, con el pañuelo empapado; tienes que despegártelo de la cara para poder respirar, y apenas te quedan energías para gritar por más líquido. Atraviesas las puertas de fuego que se van encendiendo por el camino, como una etapa más completada de la carrera.
Se montan barreras que intentan retener a los demonios flameantes, y que se rompen cuando éstos atacan a golpe de fuego y chispas en una batalla perdida de antemano. Te acorralan los diablos que arrastran con malicia chorros de bengalas por el suelo, corres y saltas medio escapando, medio exponiéndote. Danzas entre la multitud junto con varios demonios. En el camino, alguna que otra chispa llega a quemarte. Es parte del componente masoquista que destila la fiesta.
Estás cansado y empiezas a separarte algo más del desfile, aunque de vez en cuando no puedes evitar volver a meterte debajo de una bengala giratoria, o simplemente te ves arrastrado a ello.
Pero entonces el recorrido llega a su final. Descansas unos momentos y, conforme van llegando, los diablos hacen un último acopio de fuerzas y, juntando todas sus mazas en círculo, las encienden de golpe y aquello se convierte en una auténtica lluvia de chispas apocalíptica en la que te introduces como último paseo entre las llamas liberadoras. Después de esto, hace la aparición el dragón, que se pasea enmedio de la plaza en un último arrebato de rabia, y ya sólo permanece algún diablo aislado que se resiste a dejar su mástil, otro danzando con llamas, y algunos fuegos artificiales que sentencian el evento.
Los tambores todavía siguen resonando a toda mecha; sacan una manguera y te riegan mientras saltas y bailas junto a los demás, dejándote chorreando y limpiando las cenizas que puedan haber quedado después de este particular viaje a los infiernos. Para mí, el correfoc es sin duda un auténtico ritual de purificación.


[Han empezado las fiestas de mi pueblo, y el punto álgido ya ha pasado con la mejor tradición festiva del país. Una experiencia fantástica que libera adrenalina y quema la energía negativa, y que debe ser vivida desde dentro.]

8 comentarios:

Eva dijo...

Yo aún no me he pasado por las feria y al correfoc pues no he ido. Me estresa eso de correr y de que me quemen. Yo en mi ramblita y lejos del fuego tomándome algo fresquito. Eso sí.
Por cierto, viene Pignoise ¿no?

Álex Sanmartín dijo...

No son tan espectaculares. Aunque está bien que le pongas tanta épica (sí, épica; mástil llameante suena muy épico, ¿o quizá muy pornográfico?).

Tharkun dijo...

Todo depende de la predisposición con que entres. Este año lo he vivido especialmente, será porque los últimos dos no había podido meterme. Puede llegar a tener un punto bastante épico, sin duda.
Desde fuera no son espectaculares en exceso, al fin y al cabo es relativamente poca gente. La pornografía la dejamos para otros momentos.

Víctor Macho Guevara dijo...

Eran mástiles con los que poder decir épicamente 'pam, pollazo'.

Sólo diré eso.

Álex Sanmartín dijo...

Que no me jodáis (nunca mejor dicho) las frases. Reservemos el pam pollazo, coño puta ya.

Víctor Macho Guevara dijo...

mierda puta, lo siento.

Anónimo dijo...

Yo iba al correfoc con mi padre cuando era pequeña, a mi me encantaba.
Un saludo!

Charlotte Harris dijo...

Cuidado con las chispas!